martes, agosto 21

"El sentimiento amoroso nos da a todos una falsa ilusión de conocimiento"

El título es de Kundera. Sí, lo leo mucho. Y hoy casualmente agarré uno de sus libros (que ya leí) para fijarme en esas frases, párrafos, ideas, reflexiones que subrayo y con las cuales después no hago nada. Así que decidí sacarles provecho. Hacer algo con eso, que no quedaran por ahí perdidas, encasilladas en algún lugar de la biblioteca. Transcribí algunas a la computadora, y ésta la rescato ahora para comentarla. 
No puedo estar más de acuerdo con esta idea. ¿Cuántas veces pensamos conocer a alguien sólo porque lo queremos? Muchas. En verdad, poco sabemos del otro. Pero para ser sincera, yo me di cuenta exactamente al revés de lo cierto de la frase. Considero que muchas personas no me conocieron, y hasta ahora aún no me conocen, quedaron sin conocerme. Es un poco triste y da lástima. Supongo que el sentimiento amoroso hizo su parte, contribuyó con esto. Aunque no fue eso lo que hizo que no llegaran a conocerme, más bien esa fui yo, y eso es tan complicado que apenas puedo empezar a explicarlo. Lo que hizo el sentimiento amoroso fue tapar mi propósito, hizo que no se dieran cuenta de que yo no me estaba dejando conocer y que se quedaran con esa imagen que yo mostraba de mí, que como ya se dijo, no era la verdadera. Puso una barrera entre ambos. La barrera del amor. Y de repente yo era eso que veía. Pero claro, ¿cómo iba a ser algo más? Si me conocía, ¿cómo no me iba a conocer si tanto me quería? Y entonces así todo se pierde y se bifurca, todo se difusa y yo ya no soy yo. Y de repente me cuesta saber quién soy, porque no se de dónde mirarme. Lo que se es que ésa no soy. La que está del otro lado de ese obstáculo que llamamos amor, ésa no soy. A eso iba con las patéticas palabras que escribí, con conocer de nuevo, con empezar de cero.

Historia de mi vida


Su timidez le agradaba, porque era síntoma de que estaba perdidamente enamorado, pero aún en mayor medida la irritaba, porque era síntoma de su inmadurez; salir con un chico de su misma edad era para ella un descrédito: sólo le interesaban los mayores. Pero quizá precisamente porque en su fuero interno ella lo traicionaba y al mismo tiempo sabía que él la quería, una especie de sentido de justicia la incitaba a ayudarle en sus esfuerzos amorosos, a apoyarlo, a librarlo de sus timideces infantiles. Decidió que, si él no había encontrado el valor, lo encontraría ella.
El la acompañaba a casa y ella tenía previsto que, cuando llegasen a la puerta del jardín, lo abrazaría rápidamente y lo besaría y que él no podría moverse porque se quedaría paralizado. Pero en el último momento se le fueron las ganas, porque su cara no sólo estaba triste, sino además inaccesible y hasta enemistosa. Así que sólo se fueron la mano y ella se fue por el camino que conducía entre flores hasta la puerta de su casa..

La inmortalidad- Milan Kundera