lunes, noviembre 7

pierdo la cuenta ya de todo lo que pierdo



Solía soñar constantemente. Solía vivir para soñar. Era lo único que hacía; dormida, despierta, sobretodo despierta. Su mente no paraba un segundo y podía imaginar enormes historias en cuestión de segundos. Todo hecho que sucedía a su alrededor podía ser usado para convertirse en la más loca de las historias. Encontraba inspiración en todas las cosas y aunque a veces pasaba más tiempo en la fantasía que en la realidad, se entretenía con sus propias ideas de ficción y personajes imposibles.
Jamás tenía tiempo ni ocasión de transcribirlas, se le ocurrían en los momentos más inoportunos, y aunque pudiese, no quería contarlas, pertenecían a su cabeza, a su imaginación, y prefería dejarlo así en aquel momento.
Sin embargo, en el presente se arrepentía, lo lamentaba terriblemente. Porque al tratar de buscar en su cabeza alguna de estas miles de millones de ideas, todo lo que encontraba eran grandes vacíos. Ya no quedaban rastros de todas esas historias que en otro tiempo sobrepasaban la capacidad saludable en sus pensamientos.
Se volvía loca tratando de recordar y al no poder hacerlo intentaba con todas sus fuerzas volver a inventar, volver a liberar a su imaginación, a extender los límites normales. Pero no funcionaba, no había caso, lo había perdido. Solía ser algo espontáneo, algo incontrolable, pero ya no más. Por mucho que quisiese ya no podía refugiarse de sus problemas en esa enorme nube de fantasía. Tenía que buscar algún otro recurso para hacerlo, y sólo podía empeorar..

1 comentario:

  1. Me encanta este texto!!! yo soy tal cual la primera parte y quiero que recuperes el arte de soñar asi soñamos juntas :) te quuiero

    ResponderEliminar