sábado, marzo 17

descargas

De repente se sintió inquieta, no sabía qué hacer. Pensó en eso, pero no, no podía. Y en aquello, pero no, menos todavía! Ya se había comprometido a deshacerse de esas actitudes y por ahora mantenía su promesa intacta. Mm, ¿intacta?. Bueno, tal vez no intacta, pero bastante bien. Luego pensó en otro algo, algo que podía hacer, algo que ocuparía su tiempo y que disfrutaba, pero no, al instante recordó que era de noche y que era imposible en ese momento. Y lo central era que fuese en ESE momento. Necesitaba hacer algo en ese instante, justamente ésa es la sensación de inquietud. No podía quedarse parada mientras todos esos pensamientos iban y venían, volvían, giraban, avanzaban, retrocedían, se mezclaban y no paraban de surgir. Caminaba y caminaba, no tenía más ganas de esperar por nada. Seguía caminando, y a medida que las cuadras disminuían, más quería seguir caminando, no quería parar, no podía, no si su cabeza seguía tan activa. Fue entonces cuando llegó, e indefectiblemente tuvo que parar. ¿Qué podía hacer ahora? Creo que ni siquiera lo pensó tanto, sólo se ensordeció por un momento, se sentó y escribió. ¿Se sintió mejor? No podría saberlo, porque todavía no terminó.

1 comentario:

  1. ojala yo hubiera pensado en esa solución hace solo unos minutos... no subestimes tu fortaleza. te amoo

    ResponderEliminar